Ferrópolis: La ciudad del Hierro

Cerca de la ciudad de Gräfenhainichen en Alemania, en una antigua mina a cielo abierto, se encuentran cinco enormes máquinas industriales fuera de servicio. Hay excavadoras con enormes ruedas metálicas, dragas de cangilones continuos, así como apiladoras. Cada una de ellas mide hasta 130 metros de largo y 30 de alto. Estas grandes máquinas, durante una época, ayudaron a excavar millones de toneladas de lignito en la mina de Golpa-Nord. Cuando el carbó se agotó en la década de 1990, Golpa-Nord fue cerrada y estas máquinas se quedaron atrás para formar un museo al aire libre llamado "Ferrópolis: La ciudad del Hierro". El inusual telón de fondo formado por estas reliquias gigantescas de la historia industrial, rodeado por el pozo de la mina inundada, es hoy en día un popular lugar para conciertos al aire libre, ópero y festivales de música.


Imagen de Melt! Festival en Ferropolis.

Después de la Segunda Guerra Mundial y posteriormente a la división de Alemania, el gobierno comunista comenzó el saqueo de los recursos naturales del país para ampliar su capacidad industrial. La dependencia del gobierno de lignito para alimentar sus ciudades y fábricas llevó a una operación minera intensa, y todas la áreas mineras individuales dispersas se fusionaron en una sola entidad. En su apogeo, la industria minera alemana empleó 60.000 trabajadores y produjo 100 millones de toneladas de carbón al año, que se utilizaron para abastecer las centrales eléctricas y a las múltiples fábricas.

Golpa-Nord fue una de las minas más pequeñas, aunque ocupaba una superficie de 1915 hectáreas y de ella se llego a extraer 342 millones de metros cúbicos de tierra para producir 70 toneladas de lignito. Todo funcionaba a la perfección hasta la reunificación de Alemania en el año 1989, cuando muchas plantas quedaron obsoletas y las minas fueron cerradas. Golpa-Nord detuvo la producción en 1991.

Durante algunos años, la maquinaria descomunal de la mina se asentó en el suelo a la espera de ser transportada hacia un lugar de desguace. Sin embargo, las cinco máquinas de Ferrópolis se terminaron convirtiendo en un monumento conmemorativo a los 150 años de extracción de lignito.

Un museo en una antigua central eléctrica enseña a los más pequeños sobre la historia y el desarrollo tecnológico de la extracción de lignito, mientras que el terreno circundante se haya ocupado por esculturas y monumentos de diseño artístico (además de las propias máquinas), proporcionando un telón de fondo único para espectáculos y eventos. El resto de la mina se inundó para crear un lago.

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