Baljenac, una isla de muros de piedra seca

Baljenac, una pequeña isla en el mar Adriático, frente a la costa de Croacia, ha sido objeto de mucha atención en los últimos tiempos. Situada en el archipiélago de Šibenik, en la costa dálmata, esta pequeña isla de 1,4 kilómetros cuadrados está completamente cubierta por una red de muros de piedra seca.

Cuando se ve desde el aire, la isla, de forma ovalada, se ve como una huella digital gigante con largas filas de paredes bajas que se asemejan a los surcos de la piel.

Al igual que muchos países de Europa occidental como Irlanda, Inglaterra y Escocia, gran parte de la zona rural de Croacia está repleta de paredes de piedra seca. Estas paredes se utilizaron históricamente para marcar los límites entre las tierras agrícolas adyacentes. Las paredes están construidas sin mortero. En su lugar, los constructores seleccionaban cuidadosamente las piedras y las apilaban bien ajustadas entre sí como piezas de un rompecabezas.

Mucha costa de Croacia se caracteriza por una topografía kárstica, en otras palabras, rocosa. Para cultivar en terreno rocoso dentro de los límites de cada uno, los agricultores recogían cuidadosamente las rocas del suelo y luego las usaban para construir muros alrededor de parcelas geométricas, creando, en algunos casos, una red que se extendía por kilómetros.

En Baljenac, una isla de solo medio kilómetro de largo, las paredes se extienden por un total de 23 kilómetros.

Recientemente, el Gobierno croata ha estado presionando a la UNESCO para incluir la isla de Baljenac y sus muros de piedra seca en su lista de sitios del Patrimonio Mundial.

Aparte de la definición de la frontera agrícola, las paredes también sirven como resguardo ante los fuertes vientos conocidos como "bura", haciendo posible el cultivo en lugares expuestos a lo largo de la costa.






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