Las esculturas de Veijo Rönkkönen

En la ciudad finlandesa de Parikalla, cerca de la frontera con Rusia, existe un parque que consta de unas quinientas esculturas.

Son obra de Veijo Rönkkönen, un humilde trabajador y artista con una dedicación extraordinaria.

Veijo Rönkkönen solo tenía 16 años cuando comenzó a trabajar en su parque. Veijo consiguió un empleo en una fábrica de papel en su ciudad natal, Parikkala. Un trabajo que ocupó durante 41 años. Con su primer sueldo, compró diez plantones de árboles de manzana y una bolsa de cemento para crear un jardín alrededor de la casa de su familia.

Durante los siguientes cincuenta años, hasta su muerte en 2010, dedicó todo su tiempo y dinero a plantar flores y árboles, además de a la creación de cientos de esculturas caricaturescas, sobre todo figuras humanas a escala completa.

Rönkkönen trabajó en varias temáticas, y algunos de sus grupos de esculturas incluyeron docenas de obras individuales. Una sección que ofrece alrededor de 250 figuras en varias poses de yoga es especialmente conocida.

Rönkkönen era un practicante de yoga y sus estatuas son supuestamente autorretratos de sí mismo. Según apuntan algunas noticias, Rönkkönen llegó a decir que el parque era un monumento a la memoria de su joven cuerpo.

Con los años, el parque de esculturas se convirtió en una atracción turística popular, atrayendo a miles de personas de Finlandia, así como del extranjero. Rönkkönen no cobraba ninguna tarifa de entrada. Únicamente mantenía un libro de visitas para que los visitantes firmasen cuando salían del parque.

A Rönkkönen no le gustaba el reconocimiento, ni estar rodeado de multitudes. En 2007, tres años antes de su muerte, cuando fue galardonado con el "Premio Finlandia", su hermano tuvo que ir a recibir el premio por él a la ceremonia de entrega.

Rönkkönen también se negó a prestar sus estatuas a museos o exposiciones. Cuando se le preguntó qué pasaría con el parque después de su muerte, dijo que mandaría enterrarlo en la arena, asemejándose así al ejército de terracota chino. Rönkkönen no creía que nadie estaría interesado en el mantenimiento del mismo.

Pero estaba equivocado. Tras su muerte, el parque fue comprado por un hombre de negocios finlandés y amante del arte, que junto con la Unión de Cultura y Educación Rural, desarrolló aún más el parque. Hoy en día, el parque es visitado por alrededor de 30.000 personas cada año.






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