ATLAS-I: cómo probó EEUU los efectos del EMP

Volando por Albuquerque, en Nuevo México (Estados Unidos), se puede vislumbrar un gigantesco caballete de madera en medio de un enorme foso en el desierto. Construido entre 1972 y 1980, esta estructura laminada de madera llamada ATLAS-I se utilizó ampliamente durante los últimos días de la Guerra Fría para probar qué tan bien podrían resistir los activos estratégicos de los Estados Unidos. Con este proyecto se querían comprobar los efectos del pulso electromagnético.

Un pulso electromagnético, o abreviadamente EMP, es un intenso estallido de energía electromagnética que se puede usar como un arma para infligir daño a los sistemas eléctricos y electrónicos al generar altos niveles de sobrecarga de corriente y voltaje, pudiendo quemar componentes sensibles como los semiconductores. Y aunque no es directamente letal, una bomba electromagnética o "e-bomba" puede devastar a cualquier sociedad moderna que dependa de la electricidad, desconectando su red eléctrica e interrumpiendo sus comunicaciones.


ATLAS-I, también conocido como "el Caballete", cerca de la Base de la Fuerza Aérea de Kirtland en Albuquerque, Nuevo México.

La existencia de EMP poderosos se conoce desde los primeros días de las pruebas de armas nucleares. Cuando el Ejército de los Estados Unidos se estaba preparando para la primera prueba nuclear, Trinity, en 1945, el físico Enrico Fermi aconsejó al Ejército que protegiera sus equipos electrónicos. Así, el Ejército de los Estados Unidos protegió todas sus señales, en algunos casos por duplicado. Sin embargo, a pesar de la protección, muchos registros se perdieron debido a la recolección errónea en el momento de una explosión que paralizó equipos de grabación.

En 1962, Estados Unidos llevó a cabo una prueba nuclear a gran altitud con el nombre de "Starfish Prime", donde detonaron una bomba de 1,44 megatones a 400 kilómetros sobre el Océano Pacífico. A 1400 kilómetros de distancia, en Hawaii, la explosión de EMP apagó las farolas, activó las alarmas antirrobo y dañó los enlaces de microondas. En los meses posteriores a la prueba "Starfish Prime", al menos seis satélites de órbita terrestre baja fallaron debido al daño de la radiación, incluido el que se lanzó antes de la prueba para medir la distribución de la radiación producida por la explosión. Fue solo entonces cuando los efectos enormemente devastadores de EMP se corroboraron.

También en la Unión Soviética se estaba llevando a cabo una investigación similar sobre EMP. El mismo año en el que tuvo lugar "Starfish Prime", los científicos soviéticos detonaron una bomba de 300 kilotones a una altitud de 290 kilómetros sobre Kazajistán. Para medir los efectos del EMP derivado de la explosión, encadenaron una línea telefónica aérea de 570 kilómetros de longitud y los equiparon con fusibles y protectores de sobretensión llenos de gas. El EMP de la prueba causó que todos los fusibles se fundieran y todos los protectores de sobretensión se dispararan a lo largo de toda la línea de prueba. Además, el EMP prendió fuego a la planta de energía eléctrica en la ciudad de Karaganda mediante la inducción de corrientes en un cable de alimentación subterráneo de poca profundidad, a 1000 kilómetros de distancia.

A pesar del menor rendimiento de la bomba en comparación con el de "Starfish Prime", el daño EMP causado por la bomba soviética fue mucho mayor, ya que las pruebas se realizaron en una gran masa de tierra poblada. El campo magnético más grande también ayudó para concentrar los efectos del EMP.

A partir de estas pruebas, se hizo evidente que los EMP eran una amenaza, especialmente para el hardware militar, ya que los militares modernos dependían, y dependen, en gran medida de la electrónica avanzada. Las embarcaciones, aeronaves, piezas de artillería, vehículos blindados, radares, redes de comunicación y datos militares, centros de comando y control, sistemas automáticos de armas de defensa aérea... tienen componentes electrónicos importantes y críticos que son vulnerables a los ataques de EMP. Una bomba electrónica con un radio de unos pocos kilómetros podría dejar fuera de funcionamiento a todo un batallón o una gran cantidad de campos de aviación y navíos. Y si un EMP es lo suficientemente poderoso, incluso puede inhabilitar un avión en vuelo, lo que podría ser potencialmente desastroso.

El endurecimiento del hardware militar, principalmente en los aviones, se convirtió en un objetivo importante del Ejército de los Estados Unidos. Desde la década de 1960 en adelante, al menos 18 instalaciones de prueba de EMP se construyeron en bases de la fuerza aérea en todo el país para probar diferentes parámetros contra una aeronave. Todas las pruebas siguieron el mismo principio básico: una aeronave estaba estacionada en el suelo y una breve pero potente ráfaga de radiación electromagnética generada eléctricamente se dirigía a ella. Posteriormente se estudiaban sus efectos. Sin embargo, hubo un fallo básico en las pruebas: las aeronaves no estaban volando y, por lo tanto, estaban sujetas a casi el doble de radiación: una directamente del generador de EMP y otra reflejada desde el suelo.

El ATLAS-1 fue diseñado para minimizar el efecto de la EMP reflejado desde el suelo e imitar lo más cerca posible a un avión que volaba mientras se realizaba la prueba. Para hacer aquello, los ingenieros de la Base de la Fuerza Aérea de Kirtland, en Albuquerque, construyeron una enorme plataforma de madera llamada "Trestle" (caballete), inspirada en los puentes ferroviarios del siglo XIX, sobre un arroyo natural en forma de cuenco. La plataforma era de 200 pies (60 metros) cuadrados, con una pasarela de 400 pies (120 metros) de largo y a una altura de 12 pisos, lo suficientemente alta como para simular un entorno eléctricamente neutral alrededor de la aeronave que se estaba probando, como si el avión estuviese en vuelo.


Un bombardero B-52 encima del "Trestle" (caballete).

El "Trestle" era lo suficientemente fuerte como para soportar un B-52 completamente cargado, el bombardero estratégico más grande y más pesado en el inventario de los Estados Unidos en aquel momento. Sin embargo, el B-52 que se construyó para las pruebas fue hecho prácticamente sin metal, para eliminar la interferencia eléctrica. Incluso las tuercas y tornillos fueron hechos de madera. Para proporcionar una mejor resistencia a la tracción, las tablas de madera se pegaron bajo calor y presión para formar elementos masivos. Hasta la fecha, "Trestle" es la estructura más grande del mundo compuesta completamente de madera.


Tuercas y tornillos de madera.

Si bien el "Trestle" tiene un aspecto impresionante, el componente más importante de ATLAS-1 fueron los generadores. Dos potentes generadores Max, cada uno capaz de producir hasta 5 megavoltios de potencial eléctrico, se colocaron a ambos lados de la plataforma de prueba. Cuando se dispararon simultáneamente, producían una breve ráfaga de energía de 200 gigavatios de fuerza, comparable a la detonación de una bomba nuclear.

Los bombarderos del Comando Aéreo Estratégico fueron los objetos primarios probados en la Base de la Fuerza Aérea de Kirtland, pero los cazas, aviones de transporte e incluso misiles, también fueron probados para determinar la dureza EMP en el caballete.

Si bien la tecnología de generación de EMP mejoró enormemente a lo largo de los años al acercarse a las energías en el rango de teravatios, las pruebas destructivas de EMP de aeronaves fueron reemplazadas gradualmente por simulaciones de ordenador mucho más baratas.

En 1991, después del final de la Guerra Fría, el programa ATLAS-I se dio por finalizado.

El caballete todavía se encuentra en el arroyo, en su posición original, a unas pocas millas al este del Aeropuerto Internacional Sunport, en Albuquerque. Actualmente se están realizando esfuerzos para preservarlo como monumento nacional.






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