La Habana, capital de Cuba, es una de las ciudades más coloridas del mundo, y lugares como el Callejón de Hamel son los que más «culpa» tienen de ello.
El Callejón de Hamel es un estrecho callejón repleto de coloridos murales y esculturas hechas de objetos tan variopintos como bañeras, bombas de mano y molinetes. Ofrece a los visitantes una muestra del arte local en plena calle.
El pintor Salvador González Escalona describe su estilo afrocubano como una mezcla de surrealismo, cubismo y arte abstracto. Después de pasar más de dos décadas produciendo obras de arte en Cuba, así como en los Estados Unidos, Noruega, Italia y Venezuela, el artista autodidacta comenzó a decorar uno de los callejones de su departamento en 1990.
Después de completar y llenar de colorido el callejón, el cual se extiende por alrededor de dos cuadras con mosaicos, pinturas y esculturas que incluyen un trono de la buena suerte y un banco hecho de viejas bañeras, sus obras comenzaron a expandirse por las calles y por los costados de los edificios.
Durante una época, el área estuvo bastante desolada, pero ahora el fenomenal colorido ofrece un excéntrico telón de fondo para músicos y bailarines de rumba que entretienen a multitudes de turistas y lugareños. Las sesiones de rumba los domingos por la tarde son las más populares entre los turistas. Existen también un programa local de arte para niños en el propio callejón.
El barrio circundante de Cayo Hueso tuvo una vez una reputación peligrosa, pero el arte de Salvador ha ayudado a cambiar las percepciones de la zona.