Crucero del juego abandonado

Casino Royale fue un crucero de tres pisos construido en Florida en 1978. El barco tenía 175 pies (53 mtros) de largo y pesaba más de 1300 toneladas. A lo largo de los años, el crucero sufrió casi una docena de cambios de nombre.

Los niveles inferiores de la nave estaban reservados para juegos de azar, mientras que el nivel superior presentaba una cubierta abierta para hacer turismo, así como un restaurante. El barco estaba equipado con docenas de mesas de juego y 200 máquinas de póquer repartidas en algo más de 500 metros cuadrados.

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Casino Royale ofrecía a los pasajeros una oportunidad única de apostar en alta mar, donde estaban libres de cualquier regulación federal. Según la ley de los Estados Unidos, los pasajeros pueden apostar legalmente una vez que se encuentren a tres millas náuticas de la costa. Los casinos deben permanecer cerrados hasta que el barco haya pasado ese límite de tres millas.

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A principios de la década de 2000, la embarcación operó en el Golfo de México. Lo hizo hasta que se cerró por permitir rutinariamente a los pasajeros apostar ilegalmente en aguas estatales. El barco fue asaltado por agentes de la ley después de que el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos fuese alertado de reclamos de juegos de azar en la costa. Los dueños anteriores se declararon culpables de cargos de juego ilegal.

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El barco se vendió a un nuevo propietario varios años después, sin embargo, las demoras impidieron que la nave operase de nuevo. La compañía operadora del barco ofreció un incentivo de un crucero gratuito para atraer más atención para su viaje inaugural. El crucero, de cinco horas, estaba programado desde las 7:30 PM hasta las 12:30 AM.

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Alrededor de la medianoche, durante su viaje inaugural, el barco encalló en un banco de arena a dos millas de la costa. Después de detenerse, el barco quedó varado. La Guardia Costera intentó remolcarlo, pero las líneas de remolque se rompieron.

Debido a la marea baja, no pudieron mover el enorme barco. La Guardia Costera solo podía llegar a los pasajeros en helicóptero, por lo que decidieron esperar hasta la mañana siguiente antes de extraer a los pasajeros y la tripulación. Por suerte, nadie necesitó ser rescatado de inmediato.

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Al mediodía siguiente, la mayoría de los pasajeros y la tripulación fueron evacuados. Todo el mundo estaba fuera de la nave a las 6:00 PM. El crucero pudo desplazarse sin el peso de los pasajeros durante la marea alta.

Posteriormente, una investigación realizada por la Guardia Costera reveló que los pasajeros jugaron ilegalmente durante toda la noche. La compañía operadora suspendió los pagos al capitán del barco hasta que se completó una investigación interna.

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Una semana después de que el barco encallase, el vicepresidente de la compañía declaró que su investigación interna no encontró irregularidades por parte del capitán. El vicepresidente dijo que el equipo repartió mazos de naipes para mantener entretenidos a los invitados y también se les permitió sentarse en las mesas, pero las máquinas no estaban operativas.

Los pasajeros que fueron entrevistados por la Guardia Costera informaron que se les permitió jugar durante horas después de quedarse atascados. Un pasajero informó que las máquinas tragaperras no se apagaron hasta las 4:00 AM. Independientemente de las historias conflictivas, la Guardia Costera permitió al crucero mantener su certificación de inspección y seguir operando.

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Un año después del primer incidente, el crucero encalló nuevamente. Esta vez no se informó de inmediato a la Guardia Costera. Los pasajeros quedaron varados durante aproximadamente dos horas antes de que el barco pudiera liberarse. La tripulación no estaba segura si necesitaba comunicarse con las autoridades ya que no se encontraban en una situación de emergencia.

Después del incidente, la Guardia Costera retiró el certificado de inspección del barco, lo que significó que no podría volver a operar con pasajeros.

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Más tarde se llevó a cabo una reunión con los propietarios y la Guardia Costera, sin embargo, no había una fecha establecida para que se emitiese un nuevo certificado favorable. Los propietarios finalmente decidieron poner en venta el barco a un precio de 4 millones de dólares.

Sin un comprador, el buque quedó amarrado y abandonado. La Guardia Costera ordenó al propietario mover el barco más al sur en 2016 para evitar el huracán Matthew. La falta de mantenimiento dejó al barco en mal estado debido a años de negligencias.

Hoy en día, el crucero, o lo que queda de él, permanece amarrado mientras se realizan planes de renovación.






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