Helicoide: de centro comercial a prisión

En la cima de una pequeña colina, en medio de los barrios pobres de San Agustín, en el centro-sur de Caracas, Venezuela, existe un magnífico edificio, pero muy peculiar. Este edificio cuenta con una rampa en espiral que se enrolla sobre sí misma cada vez más alta, hasta que llega a su ápice, coronado por una cúpula geodésica, diseñada por nada menos que Richard Buckminster Fuller.

El Helicoide, o "La hélice", es una de las reliquias más importantes de Venezuela del movimiento modernista. Se suponía que iba a ser el primer centro comercial para coches (drive-through) del mundo, con una rampa de 2,5 millas (3,70 kilómetros) de largo en espiral, que permitiría a los vehículos subir y bajar frente de las tiendas que quisieran visitar. La estructura estaba proyectada para contar con espacio para unas 300 tiendas, un hotel de 5 estrellas, una sala de cine con siete pantallas, salas de exposiciones, un gimnasio, una piscina, una bolera, un vivero y otras instalaciones más.

El proyecto fue concebido a finales de 1950 por los arquitectos Pedro Neuberger, Dirk Bornhorst, Jorge Romero Gutiérrez, el dictador venezolano y el presidente Marcos Perez Jimenez. Cuando el proyecto fue exhibido en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, fue aclamado por todos como un triunfo del diseño modernista. El ganador del premio Nobel chileno Pablo Neruda declaró que fue "una de las creaciones más exquisitas en salir de la mente de un arquitecto" y Salvador Dalí se ofreció para decorar el interior.

El edificio estaba casi a punto de concluirse cuando la dictadura de Pérez Jiménez se derrumbó y los arquitectos perdieron su financiación. El nuevo gobierno no mostró interés en completar el proyecto debido a su asociación con el ex dictador. En 1961, un año antes de la fecha prevista para la finalización, la construcción se detuvo. En 1975, después de un largo proceso de quiebra, el edificio pasó a ser propiedad del gobierno.

Los primeros ocupantes de Helicoide comenzaron a llegar en 1979. En su mayoría eran víctimas de un deslizamiento de tierra reciente. Pero en tan solo tres años, el número de personas que ocuparon ilegalmente el edificio se elevó a más de 10.000, convirtiéndose en una guarida para el tráfico de drogas y el sexo.

En 1982, los ocupantes fueron desalojados y se decidió convertir el edificio en un Museo de Historia y Antropología. Esto, por supuesto, nunca ocurrió. En su lugar, el edificio pasó a manos de la policía de inteligencia de Venezuela en 1984 y se convirtió en su sede. Innumerables habitaciones del edificio, originalmente diseñadas para mostrar y vender productos, se convirtieron en células para retener a los detenidos y poder interrogarlos y torturarlos.

Vicente Lecuna, profesor de la Universidad Central de Venezuela, se refirió al lugar como una contradiction: "un espacio que quiso ser un símbolo de libre comercio en los cincuenta y sesenta, para luego convertirse en una cárcel, una prisión para los presos políticos".

De acuerdo con un informe publicado por una ONG, hubo 145 casos de tortura y numersosos tratos crueles, inhumanos y degradantes, cometidos por el Gobierno de Venezuela desde enero de 2014 hasta junio de 2016.

En 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos examinó las instalaciones del Helicoide y concluyó que no estaban en condiciones para ser una prisión. Sin embargo, el Helicoide sigue manteniendo sus convertidos calabozos y sus historias de horrores y violaciones de los derechos humanos.






Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir