Leyenda del santuario y Virgen de La Salette en Oliveira de Azeméis, Portugal

En el municipio de Oliveira de Azeméis, perteneciente al distrito de Aveiro, en Portugal, se sitúa el maravilloso santuario de Nuestra Señora de La Salette (La Saleta).

El santuario, construido en la primera mitad del siglo XX, forma parte del Parque de La Salette, un entorno diseñado por Jerónimo Monteiro da Costa y que bordea el núcleo de Oliveira de Azeméis.

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Parque de La Salette en Oliveira de Azeméis, Portugal, en un día de niebla.

Antiguamente este parque era conocido como "Outeiro do Castro", pero todo cambió tras un milagro en época de sequía.

Introducción a La Salette

La Virgen de La Salette es originaria de Francia.

Se dice que, hace muchos años, hubo un milagro en Francia. En época de sequía, el pueblo peregrinó al Monte de La-Salette para pedir lluvia y, cuando llegaron allí, la petición fue concedida. Este milagro tuvo un impacto mundial y provocó que el culto por la Virgen de la Salette se extendiera.

Milagro en Oliveira de Azeméis

En Oliveira de Azeméis, también en un año de sequía, los habitantes del pueblo hicieron la misma petición que los franceses.

Fue el 5 de julio de 1870 cuando los residentes de Oliveira de Azeméis peregrinaron al entonces Monte de Castro con el Santo Cristo y la intención de atraer las lluvias. Milagrosamente, se concedió la bendición de la lluvia y el monte cambió a su nombre actual, siendo conocido como Parque de La Salette.

Este hecho milagroso en Oliveira de Azeméis hizo que, el abad João José Correia dos Santos, propusiese la construcción de una capilla en el lugar, bajo la advocación de Nossa Senhora de La Salette. En el mismo año 1870 se levantó la capilla original a la Virgen de la Salette en el recién bautizado como Parque de La Salette.

Las imágenes de la Virgen de la Salette llegaron en 1875, alojándose en la "Igreja Matriz". Y cinco años más tarde fueron trasladadas a la capilla, que para entonces ya estaba casi terminada.

Nuevo santuario

En 1913 se empezó a considerar la construcción de una nueva capilla, ya que el templo existente se estaba quedando pequeño.

Las obras comenzaron diez años después y, en la actualidad, todo templo funcional, de mayor tamaño, se alza hacia el cielo, pareciendo invitar a los creyentes a orar desde todos los puntos de Oliveira de Azeméis.

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Santuario de La Salette en Oliveira de Azeméis, Aveiro, Portugal.

De estilo gótico renacentista y repleto de hermosos vitrales y un magnífico rosetón, el santuario de Nuestra Señora de La Salette de Oliveira de Azeméis es una visita casi obligada en Aveiro.

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Vista aérea del Parque de la Salette con el santuario.

La imagen de Nuestra Señora de La Salette de Oliveira de Azeméis es diferente a la de Nuestra Señora de Francia.

Tío Martinho y el dedo del ladrón

En un lugar tan aislado, la capilla de Nuestra Señora de La Salette sufría robos constantemente.

Se decidió que se necesitaría a alguien que cuidara la capilla y la abriera cuando fuera necesario. La elección de la Comisión Patriótica recayó en un ciudadano conocido como "Tío Martinho", un hombre honesto y cumplidor.

Tío Martinho cumplía su cometido como mejor podía. Sin embargo, su preocupación no cesaba. Los robos continuaban y los culpables nunca eran atrapados.

El dedo de la Virgen

El momento más triste, cuando se produjo la máxima falta de respeto y herejía, se llevó a cabo cuando un ladrón entró a la capilla y sustrajo un valioso anillo. Sin embargo, eso no fue todo.

El ladrón rompió el dedo meñique de la mano derecha de la Virgen, en el que se encontraba el propio anillo que robó.

El ladrón no pudo ser identificado y el delito quedó impune... de momento.

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Interior de la iglesia con la Virgen de La Salette en Oliveira de Azeméis.

Atrapando al ladrón

Un tiempo después del triste evento del anillo y el dedo menique de la mano derecha de la Virgen de la Salette, Tío Martinho, a pesar de estar muy cansado, no planteó ninguna objeción cuando la Comisión le pidió que hiciera guardia en la capilla durante la noche después de las fiestas.

Allí se guardarían objetos de culto de gran valor (que habían sido servidos durante las fiestas), además de la caja de limosnas.

Tío Martinho se equipó con una escopeta prestada para la guardia y se dispuso a pasar la noche, tomando todas las precauciones necesarias.

Tal y como se esperaba tras albergar objetos de alto valor, al poco tiempo se escucharon algunos ruidos en la capilla, pero desde donde estaba Tío Martinho (escaleras que daban acceso al pequeño coro), no podía ver ni ser visto. Así, Tío Martinho tomó el arma y, asomándose, vio una figura junto al altar.

Sin pensárselo, Tío Martinho disparó su arma. El intruso fue herido.

Tío Martinho ordenó al intruso que se callara. Además le encerró en la sacristía y así lo mantuvo bajo vigilancia hasta el amanecer.

Una vez amaneció, Tío Martinho comenzó a tocar la campana de la capilla, al mismo tiempo que gritaba "ladrones". En poco tiempo llegó una gran cantidad de gente y rodearon la capilla. La policía arrestó al ladrón. Lo llevaron al pueblo y en la cárcel le examinaron las heridas.

El dedo del ladrón

La sorpresa vino cuando se dieron cuenta que el disparo de Tío Martinho había cercenado el dedo meñique de la mano derecha del ladrón, el mismo que fue robado a la Virgen un tiempo antes.

Además, al ser interrogado, el ladrón confesó que fue él quien robó el anillo y rompió el “meñique de la mano derecha de Nuestra Señora de La Salette”.

Tío Martinho volvió a la capilla y, junto al altar, colocó el dedo del ladrón, aún ensangrentado.

Aquel dedo del ladrón todavía se encuentra conservado en un pequeño frasco en la capilla actual.

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