Monumento a los judios asesinados de Europa

Uno de los monumento más impresionantes y controvertidos del Holocausto, está situado cerca de la Puerta de Brandenburgo, en el barrio de Friedrichstadt, en Berlín. El Monumento a los judíos asesinados de Europa, también conocido como el Memorial del Holocausto, fue diseñado por el arquitecto Peter Eisenman, natural de Nueva York, y consistente en un mar de 2.711 bloques de hormigón color carbón llamados "estelas", establecidos en un patrón de rejilla sobre una superficie de 4,7 hectáreas.

Desde la distancia, este lugar conmemorativo se asemeja a un cementerio con miles de lápidas. Los bloques de hormigón no son uniformes en tamaño. Sus alturas varían entre los 15 centímetros y los 4,5 metros. Los visitantes pueden "perderse" en los laberintos de caminos estrechos entre los bloques. En la esquina sureste del sitio, se encuentra accesible, bajo tierra, a través de dos escaleras, un centro de información que contiene los nombres de aproximadamente 3 millones de víctimas judías del Holocausto.

Originalmente, el centro de información no estaba presente, y el monumento también carecía de placas e inscripciones. La completa ausencia de cualquier referencia al Holocausto provocó críticas de todas partes. Los críticos dijeron que el monumento era demasiado abstracto y no presentaba información histórica acerca de la campaña nazi contra los judíos. Otros se escandalizaban de que el monumento era demasiado específico para una determinada demográfica, cuando miles de personas de diferentes comunidades perecieron en el Holocausto. El centro de información se añadió como una respuesta a las críticas.

Pero la mayor controversia surgió mientras que el monumento aún estaba en construcción. Diferentes informes afirmaron que la empresa Degussa, que estaba suministrando un producto anti-graffiti para recubrir los bloques de hormigón, suministraba gas venenoso, similar al utilizado por los nazis para matar a los judíos en las cámaras de gas. La comunidad judía pidió romper relaciones con esta empresa, pero la junta no quería la incorporación de otro proveedor que incurriera en mayores gastos.

En medio de las protestas, la junta decidió continuar trabajando con la empresa. La Junta entendió que era imposible excluir a todas las empresas alemanas involucradas en los crímenes nazis, porque, como Wolfgang Thierse, un político y un miembro de la junta dijo, "el pasado se entromete en nuestra sociedad".

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