Rock-A-Hoola, un parque acuático abandonado en el desierto

Inicialmente siendo el lugar de entretenimiento para un hombre de negocios y su familia, el parque acuático Rock-A-Hoola se convirtió en toda una colección de piscinas y toboganes que proporcionaron un oasis de diversión en medio del desierto de Mojave, en Newberry Springs, California (Estados Unidos), para miles de visitantes anuales.

Originalmente, el parque Rock-A-Hoola no era más que un lugar de escapada en el desierto de Mojave para el empresario local Bob Byers y su familia. El primer parque se completó a principios de la década de 1960 y consistía en una serie de toboganes de acero por los que los hijos de Bob pudieran deslizarse hasta llegar a un lago artificial.

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Pronto se construyó un camping cerca y el parque se puso a disposición del público. Durante las siguientes décadas, el parque continuó creciendo, agregando cada vez más atracciones para su creciente número de visitantes. Sin embargo, la asistencia comenzó a disminuir a finales de la década de 1980, a la par que lo hacía la del camping. Posteriormente, en 1990, el parque cerró oficialmente dejando atrás un puñado de ruinas desteñidas por el sol.

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Pudriéndose en la cálida oscuridad del desierto de Mojave durante años, Rock-A-Hoola fue renovado en 1998 tras una fuerte inversión que permitió instalar modernos toboganes y atracciones tales como un paseo por un río, así como todas las comodidades necesarias para un máximo confort, con puestos de comida, bebidas, comedores, baños...

Desafortunadamente, los buenos momentos del resurgimiento de Rock-A-Hoola duraron poco. Uno de los empleados se subió a un tobogán cuando el parque estaba cerrado y se deslizó por él hasta caer en una piscina que no tenía suficiente agua. Una mala llegada a la piscina dejó al empleado parapléjico. La demanda del empleado a los gestores del parque se saldó con una suma de 4,4 millones de dólares a favor del empleado. Rock-A-Hoola nunca pudo recuperarse por completo de aquel revés, se declaró en bancarrota y cerró nuevamente en 2004.

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Desde el cierre, los edificios con diseños de los años 50 y los toboganes se han roto y desvanecido bajo el implacable sol de Mojave. Los vándalos han dañado la mayoría de los edificios y las atracciones. Lo poco que queda en pie se encuentra oxidado, como en un tiempo perdido.

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Ahora, los visitantes que pasan por las inmediaciones del parque se preguntan quién pensó que sería una buena idea poner un parque acuático en medio del desierto.

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