El artista que vemos hoy transformó un aislado valle islandés en su propio museo de arte.
El artista y líder nacional Samúel Jónsson no pudo ganarse la vida con el arte. A lo largo de su vida se ganó el suelo en el mundo de la agricultura. Sin embargo, tras la jubilación, dedicó sus últimos años a su pasatiempo favorito.
Samúel comenzó a construir su sueño en 1954, cuando tenía más de 70 años, convirtiendo el aislado valle Brautarholt, en Selárdalur (Islandia), en un áspero pero impresionante jardín de esculturas. Sus creaciones incluyen animales terrestres y marinos, una réplica de la fuente de los leones de la Alhambra y una cómica estatua de Leif Erikson. Además de grandes esculturas al aire libre, Jónsson también construyó una capilla y su propio museo para exhibir sus muchas obras y pinturas.
Al igual que el museo, la capilla fue creada para albergar un arte ya existente: Samúel creó un altar para la iglesia local, la cual rechazó el generoso regalo. Sin importarle el rechazo por parte de la iglesia, Jónsson inmediatamente construyó su propia capilla con una pequeña torre en la parte superior, y el altar lo ubicó en su interior.
En 1969, el apasionado artista murió y el duro clima islandés dañó sus creaciones. En 1998 se decidió que su trabajo debía ser restaurado. Sin embargo, aquella restauración no comenzó hasta el año 2004. La empresa responsable de la restauración espera ahora convertir este museo de arte al aire libre en todo un complejo de artistas, con estudios y apartamentos, así como exposiciones a lo largo de todo el año.
