Templo de la Sybille en el parque Buttes-Chaumont, París

A unos 50 metros de altura sobre el lago del parque Buttes-Chaumont, el Temple de la Sybille luce como un esplendoroso monumento de estilo romano.

Ofrece impresionantes vistas panorámicas de París, lo que hace que la caminata hasta la cima valga la pena (y mucho).

El templo fue construido por el arquitecto local Gabriel Davioud en 1869. Se asienta sobre la Île du Belvédère, una isla rocosa hecha por el hombre en medio del lago, conectada por dos puentes al resto del parque. Estos dos puentes son bastante distintos entre sí. Uno, un puente colgante de 60 metros de largo, fue diseñado por nada menos que Gustave Eiffel, creador de la famosa Torre Eiffel. Se extiende hasta la Île du Belvédère desde el borde superior del parque.

Puente colgante.

El otro es un puente de mampostería de 12 metros de largo, desafortunadamente denominado "puente suicida" por los parisinos debido a todas las personas que han perdida la vida en él por suicidio (ahora este puente está cubierto con malla para evitar más tragedias).

Después de pasar los puentes, completar las escaleras y llegar a la cima de la colina, el visitante es recompensado con espléndidas vistas de todo París.

El Templo de la Sybille fue inspirado en el Templo de Vesta de Tivoli, venerado por los pintores italianos de los siglos XVII y XVIII.

Por desgracia, en la actualidad es constantemente atacado con graffiti, como se puede ver cuando uno se acerca. De esta manera, aunque las vistas de París son impresionantes desde la cima, la vista del templo en sí es probablemente más romántica desde las orillas del lago.

En la mitología griega, Sybille era un oráculo, una mujer conocida por sus poderes de adivinación y una sacerdotisa de Apolo. Ella aparece en leyendas de varias culturas, aunque los romanos seguramente hacían referencia a la versión griega de Sybille.

El parque Buttes-Chaumont, inaugurado el 1 de abril de 1867 y en el que se encuentra el templo, fue diseñado y construido originalmente a finales del siglo XIX, durante el reinado de Napoleón III. El desafío que enfrentó su diseñador, Jean-Charles Alphand, fue transformar un sitio de desechos tóxicos y una cantera de piedra caliza en un parque público habitable de 25 hectáreas. El Templo de la Sybille debía ser la característica más visible e icónica del parque... y no decepcionó.