Hay muchas regiones en Rusia que pueden pretender ser muy remotas y muy frías, pero ninguna es tan extrema como Yakutia (República de Sajá).
Yakutia es una región enorme en el noreste de Rusia con un área aproximadamente del tamaño de la India, pero con una población más pequeña que la del estado estadounidense de Rhode Island. Yakutia es muy conocida por su clima extremo y severo, contando con algunas de las temperaturas más bajas jamás registradas en el hemisferio norte.
Dos de los lugares más fríos del mundo: Verkhoyansk y Oymyakon, se encuentran alrededor de Yakutia. Sin embargo, Oymyakon es un asentamiento de 500 personas, mientras que Verkhoyansk es un antiguo campo para presos políticos, por lo que no son consideradas ciudades en pleno funcionamiento. La capital de Yakutia, Yakutsk, por su parte, es el hogar de más de 280.000 personas, siendo una ciudad en sí y ostentando el galardón de ciudad más fría del mundo. La temperatura media de invierno aquí se sitúa por debajo de los -40ºC. El suelo está permanentemente congelado, por lo que la mayoría de los edificios están construidos sobre pilotes elevados.
Yakutia es un lugar tan remoto que se sitúa a seis zonas horarias de Moscú. Y hace dos siglos, un viaje entre ambas poblaciones habría tomado tres meses. Hoy en día, la ciudad cuenta con dos aeropuertos con vuelos directos regulares desde las principales ciudades rusas, sin embargo, los vuelos a menudo se retrasan o cancelan debido a la niebla. La mayoría de los viajeros que parten hacia Yakutia, a menudo se encuentran varados en el aeropuerto de Magadan, viéndose obligados a recorrer 2000 km de distancia a través del famoso «Camino de Huesos», la carretera de Kolyma, construida por reclusos de Gulag, muchos de los cuales murieron en el proceso.
Mercado de pescado abierto en Yakutsk, donde los peces permanecen naturalmente congelados.
La otra opción para acceder a Yakutia es conducir por la ruinosa carretera de Lena, que alguna vez recibió el dudoso honor de ser «la peor carretera del mundo». El último tramo de este viaje requiere un ferry que cruza el río Lena, lo que no es posible siempre, ya que en invierno el río está congelado. Como alternativa en esta época del año, uno simplemente puede conducir a través del hielo. En los meses intermedios, cuando no hay una ruta clara para un ferry, ni hielo suficientemente consistente como para soportar el peso de un vehículo, no hay forma de llegar a Yakutia.
Entonces… ¿por qué la gente vive en un lugar tan remoto?
Debido a los diamantes, oro, plata, gas natural y casi todos los minerales preciosos.
La región es extraordinariamente rica en recursos naturales. Según la leyenda local, Dios estaba volando alrededor del mundo distribuyendo riquezas y recursos naturales, pero cuando voló sobre Yakutia, hizo tanto frío que se le entumecieron las manos y dejó caer todo. El 99% de todos los diamantes rusos y más del 20% de todos los diamantes extraídos en el mundo se extraen en Yakutia.
La ciudad de Yakutsk fue originalmente un pequeño puesto militar fundado en 1632. Como muchas ciudades siberianas, fue utilizada como una prisión abierta donde los presos políticos fueron enviados al exilio. Yakutsk no se convirtió en una ciudad hasta el descubrimiento de grandes reservas de oro y otros minerales en la década de 1880. La mano de obra disponible de los gulags ayudó a Stalin a desarrollar estas reservas extensamente durante la industrialización de Rusia a principios del siglo XX. Con el tiempo, Yakutsk se transformó en una ciudad real con hoteles, cines, un teatro, universidades, servicio de entrega de pizza e incluso un zoológico.
El mayor peligro de vivir en Yakutsk es el frío extremo. Al salir a la calle, se debe tener mucho cuidado en cubrirse de la cabeza a los pies con la mayor cantidad de ropa posible. Es fácil perder la nariz o un par de dedos de los pies debido a la congelación si no se tiene cuidado. El pelaje es lo único que mantiene a las personas razonablemente calientes. No se pueden usar gafas porque el marco de metal se adhiere a la piel. Salir al aire libre es un peligro, por lo que las personas limitan la exposición a la naturaleza tanto como sea posible. Cada salida está cuidadosamente planificada. Caminar es una actividad casi prohibitiva, por lo que los residentes prefieren ir en automóvil o taxi a donde sea que vayan. Cuando los residente de Yakutsk entran a una tienda, dejan los motores de los coches funcionando constantemente por si el motor se congela, lo que haría que fuese casi imposible volver a encender el automóvil. Muchos fotoperiodistas que fueron a Yakutsk informaron que sus cámaras se congelaban por el frío.
Una mujer entra a una iglesia local en un torbellino de niebla helada.
A pesar de los fríos inviernos, los veranos son sorprendentemente cálidos, con una temperatura «sofocante» de más de 20ºC y ocasionalmente llegando a los 30ºC. Pero no es un paraíso tropical. Durante el breve verano, el aire se vuelve húmedo y pegajoso, y hay enjambres de mosquitos por todas partes.
Terminal del aeropuerto de Yakutsk.
El académico Clifford Gaddy de la Brookings Institution, cree que los asentamientos como Yakutsk no son aptos para la habitación humana, y existen únicamente debido a la arrogancia de Rusia y a la loca ideología del siglo XIX de que no se poseen tierras a menos que se tenga gente viviendo en ellas.
La región de Yakutia estuvo habitada durante miles de años antes de que se descubrieran metales preciosos. La ahora extinta cultura Ymyakhtakh vivió en la cuenca del río Lena durante el Neolítico tardío, y los nativos actuales, Yakuts, han estado viviendo en la región desde los siglos XIII y XIV. Estas personas han desarrollado una notable adaptabilidad al clima. Henry Lansdell, un viajero británico del siglo XIX, que hizo una breve parada en Yakutsk en su camino a través de Siberia, reportó haber visto a mujeres nativas de Yakut «con los brazos desnudos, de pie en los mercados al aire libre, hablando y bromeando tan agradablemente como en una genial primavera».
Si puedes enfrentarte al frío, hay un montón de cosas interesantes para explorar en Yakutsk, como el Museo Mammoth, donde se conserva criogénicamente la cabeza completa de un mamut lanudo, el Museo Nacional de Arte y el único museo del mundo dedicado al permafrost.