Prisiones holandesas convertidas en hoteles

Países Bajos tienen un problema con las prisiones y los presos, al igual que muchos otro países en el mundo.

Pero mientras el resto del mundo lucha contra el hacinamiento en sus prisiones, Países Bajos lucha para llenar sus cárceles. De hecho, el país se está quedando sin delincuentes para encerrar, de modo que el gobierno se ha visto obligado a cerrar las cárceles en todo el país debido a que están vacías.

Las tasas de criminalidad en los Países Bajos están cayendo espectacularmente durante las últimas dos décadas, gracias al enfoque integral del país para hacer cumplir la ley y gracias a que prefiere la rehabilitación al encarcelamiento.

"Los holandeses tienen un pragmatismo muy arraigado cuando se trata de regular la ley y el orden", dijo a The New York Times René van Swaaningen, profesor de criminología en la Escuela de Derecho Erasmus de Rotterdam. "Las cárceles son muy caras. A diferencia de los Estados Unidos, donde las personas tienden a centrarse en los argumentos morales de encarcelamiento, los Países Bajos están más centrados en lo que funciona y lo que es efectivo".


Fachada frontal de la cárcel de Het Arresthuis, a día de hoy convertida en un hotel.

"En el servicio holandés miramos al individuo", dijo Jan Roelof van der Spoel, vicegobernador de Norgerhaven, una prisión de alta seguridad en Países Bajos. "Si alguien tiene un problema de drogas, tratamos su adicción. Si son agresivos, tratamos de que controlen la ira. Si tienen problemas de dinero, les brindamos asesoramiento sobre deudas. Por lo tanto, intentamos eliminar todo lo que causó el crimen. El propio recluso debe estar dispuesto a cambiar. Nuestro método ha sido muy efectivo. En los últimos 10 años, nuestro trabajo ha mejorado más y más".

Norgerhaven, una prisión en el norte de Países Bajos, cuenta con un gran espacio abierto con robles, mesas de picnic y redes de voleibol. Los presos pueden criar pollos y cultivar vegetales. La capacidad de hacer ejercicio al aire libre y el aire fresco reduce los niveles de estrés tanto para los internos como para el personal de la cárcel.


Terrenos de Norgerhaven.

Los detenidos pueden caminar sin estar acompañados en todo momento, pudiendo ir a la biblioteca, a la clínica o al comedor. Esta autonomía les ayuda a adaptarse a la vida normal después de la sentencia. Las comidas las preparan los propios reclusos en la cocina, donde suelen manejar cuchillos, aunque estos están encadenados a la encimera para que no puedan llevarlos. Aprender a cocinar es otra manera en que la prisión ayuda a los delincuentes para que puedan volver a la normalidad una vez sean liberados.


Sala común en la que los reclusos se relajan en Norgerhaven.


Selección de revistas en la sala de lectura de Norgerhaven.

Menos del 10% de los reclusos en Países Bajos regresan a prisión después de su liberación. En comparación, en Inglaterra y en los Estados Unidos, aproximadamente la mitad de los que cumplen penas cortas están en prisión en dos años, y la cifra suele ser mayor para los adultos.

Debido a la caída de las tasas de delincuencia, la población carcelaria de Países Bajos se ha reducido a la mitad durante la última década, lo que significa que hay muchas celdas vacías. Además, los jueces holandeses a menudo condenan a los infractores a alternativas tales como órdenes de servicio comunitario, multas y etiquetado electrónico, por lo que se encarcela a menos delincuentes. Solo aquellos que son considerados demasiado peligrosos para ser liberados, o aquellos vulnerables que necesitan ayuda, son encarcelados.

En 2015, Países Bajos alquiló algunas de sus celdas vacantes a Noruega y Bélgica. Unos 250 prisioneros de Noruega fueron importados a celdas vacías en la prisión de Norgerhaven.

Desde 2013, Países Bajos ha cerrado 19 cárceles y se espera que se cierren más en los próximos años. Algunas de las cárceles cerradas se han transformado ahora en viviendas para solicitantes de asilo, y algunas se han convertido en apartamentos y hoteles.

La cárcel de Het Arresthuis, en Roermond, se abrió en 1863 y, después de casi 150 años de uso, se cerró en 2007. Cuatro años más tarde, se abrió como un hotel con 40 habitaciones (transformadas a partir de las 105 celdas originales).


Antigua prisión de Het Arresthuis, ahora convertida en un hotel.

Por otro lado, el complejo penitenciario de Bijlmerbajes, en Ámsterdam, también se está renovando en un barrio exuberante, verde y ecológico, con 1350 unidades residenciales. La prisión, que consta de seis altas torres, se cerró en el año 2016.


Complejo penitenciario de Bijlmerbajes en Amsterdam.

La actitud relajada de Países Bajos hacia el sistema penitenciario es compartida por muchos países nórdicos como Suecia, Finlandia, Dinamarca y Noruega, donde el foco se pone en la rehabilitación, la normalización y la dignidad.

"Nuestro papel no es castigar. El castigo es la pena de prisión: ser privado de la libertad", dijo el director general del servicio de prisión y libertad condicional de Suecia a The Guardian.

Al igual que en los Países Bajos, los índices de criminalidad de Suecia también están disminuyendo, y en cuatro años, entre 2010 y 2014, el país cerró 56 prisiones.






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  1. Luis M. P. dice:

    Nada es perfecto, pero pienso que los Países Bajos aciertan con su política sobre prisiones y delincuencia.

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