Los bosques que cubren el Presidio de San Francisco, en Estados Unidos, tienen algo más de un siglo de historia. Fueron plantados a finales del siglo XIX por el ejército nacional y desde entonces muy poco se ha modificado.
En el año 2011, el artista escocés Andy Goldsworthy hizo una nueva intervención en este bosque ahora próspero: un camino secreto a través de sus árboles.
Conocida como «Wood Line», esta peculiar instalación escultórica y serpenteante cuenta con decenas de metros de troncos y ramas de eucalipto, los cuales siguen de manera encubierta «Lover’s Lane», el sendero más antiguo del Presidio. El bosque de eucaliptos del Presidio de San Francisco, plantado hace décadas, fue una vez infiltrado por cipreses de Monterrey, los cuales más tarde se extinguieron (posiblemente debido a las propiedades alelopáticas de grandes cantidades de eucaliptos y su hojarasca), dejando un vacío en el bosque.
Goldsworthy llenó aquel con los propios árboles muertos que habían caído, rescatándolos del Presidio y haciendo referencia al ciclo de vida de la naturaleza. Su obra «Wood Line», como la mayoría de sus trabajos, incorpora materiales naturales del paisaje que lo rodea, por lo que está destinada a deteriorarse con el paso del tiempo.
Ahora, son miles de visitantes quienes buscan perderse en esta inquietante caminata de cuentos de hadas a través de un bosque de eucaliptos hecho por el hombre.
A la derecha, escultura «Spire» (2008) del propio Andy Goldsworthy, hecha con madera recuperada de árboles caídos, en el Presidio de San Francisco. Además de «Spire», en el Presidio también pueden verse las esculturas «Tree Fall» (2013) y «Earth Wall» (2014), de Goldsworthy.