Las coloridas "casas de espíritus" de Eklutna
Como una combinación de la tradición ortodoxa rusa y las prácticas de los nativos americanos, el cementerio exterior de la Iglesia Ortodoxa de San Nicolás en Eklutna, Alaska, está lleno de más de 100 coloridas "casas de espíritus". Estas fantásticas casas de espíritus, cada una del tamaño de una gran casa de muñecas, se consideran parte del parque histórico de Eklutna.
Eklutna se encuentra en la desembocadura del río Eklutna, a unos 40 kilómetros a las afueras de Anchorage, en Alaska. Habiendo sido el lugar de multitud de aldeas indígenas de Athabascan hace unos 800 años, Eklutna está, hoy en día, poblada de descendientes de la tribu Danaina. Los misioneros ortodoxos rusos llegaron a la zona alrededor de 1830 y las dos comunidades se convirtieron lentamente en una sola.
El pueblo de Eklutna, que data de aproximadamente del año 1650 y que rodea el parque anteriormente mencionado, es el asentamiento indio de Denaina Athabascan más antiguo de la zona. En sus terrenos se encuentra un cementerio todavía activo, el de San Nicolás, y una segunda iglesia ortodoxa. Construida en la década de 1830 por los misioneros rusos, la iglesia de San Nicolás fue reconstruida en 1970 y ha estado en uso durante más de 150 años.
Antes de que llegaran los misioneros ortodoxos rusos, era costumbre que los atabascos incineraran a sus muertos. Cuando las costumbres de los atabascos y los misioneros empezaron a mezclarse, comenzaron a enterrar a sus muertos en el cementerio construido alrededor de la iglesia.
Cuando un cuerpo era enterrado por primera vez, se colocaba una manta sobre la tumba para calentar y consolar al alma. Cuarenta días después, se colocaba una caja sobre la manta y los miembros de la familia la pintan con múltiples colores. A estas cajas se las conoce como "casas de espíritus".
De acuerdo con la tradición de Athabascan, que dice que se debe permitir el regreso a la Tierra de todo lo que es tomado de la propia Tierra, por lo que las casas espirituales se dejan en el cementerio hasta que se desmoronan por sí solas con los años y se funden con el paisaje.
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